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La vez pasada hablamos sobre el puerto y su influencia en el origen de Uganda. Hoy vamos a dar un paso más en la biografía lugareña para sumergirnos en los inicios de la industria y su aporte a la identidad local.
Situémonos en tiempo y espacio. Estamos en las primeras décadas del siglo XX, y una serie de acontecimientos mundiales comienzan a mover los cimientos de aquel país granero del mundo y de la ciudad-puerto.
La industria que supimos conseguir
Hasta el estallido de la primera guerra mundial, eran pocos los sectores propiamente fabriles que habían logrado desarrollarse en nuestro país. Las condiciones que ofrecían los suelos de la pampa hicieron que esta joven nación del sur haya mirado de reojo al desarrollo industrial, casi como un camino prescindible.
La fertilidad de la Región Centro era la clave de la riqueza y su producto permitía garantizar el acceso a bienes, básicos y lujosos, comprandolos al exterior. Telas, alimentos procesados y automóviles llegaban por mar desde el Viejo Continente, y en esos mismos barcos se cargaban los productos primarios: granos sin procesar, pasturas, harinas y carnes.
Como en todo, siempre están los primeros. En este caso, los primeros Capitanes de la Industria fueron familias inmigrantes que habían logrado capitalizarse al calor del comercio y decidieron volcarse a actividades fabriles para abastecer a un nuevo mundo de consumidores urbanos.
De todos ellos, los más famosos quizá sean los Bunge y los Born, fundadores de Molinos Río de la Plata. El grupo Bunge&Born creció exponencialmente con el comercio de granos -llegó a controlar más del 50 por ciento de este mercado a comienzos de siglo- y paulatinamente fue incursionando en actividades de agregado de valor vinculadas al agro. Sin embargo, fue recién después de 1914 que logró diversificarse hacia productos industriales, dando lugar al nacimiento de Alba pinturas, y peronismo mediante, de marcas conocidas como Vitina y Exquisita.

Los Demarchi, descendientes de la nobleza italiana, fueron otros precursores de la industria. Fundaron la Compañía Nacional de Fósforos, firma que tuvo el monopolio de ese producto. Incursionaron en el sector de droguerías. Luego se ampliaron hacia otros sectores como el textil, dando nacimiento a una de las primeras firmas locales, Hilanderías Argentinas de Algodón S. A. Entre sus negocios se encuentran las Galletitas Bagley, empresa que adquieren de Melville Bagley, quien curiosamente había sido un empleado de los Demarchi devenido en emprendedor.
De todas estas empresas, hay una que despierta una especial nostalgia. Hablo de SIAM, Sociedad Industrial Americana de Maquinarias, fundada por Torcuato Di Tella en Buenos Aires en 1911. Su primer producto fue una amasadora de pan.

¿Qué pasaba en Uganda? Decíamos que SIAM inició la tradición metalúrgica argentina que hizo pié en muchas ciudades del conurbano. Pero sobre todo recaló en una del interior, la nuestra: ciudad con una historia y un presente fierrero. En Uganda decenas de talleres metalúrgicos se fueron convirtiendo paulatinamente en fábricas. Una de ellas es Torresetti,fundada en 1904. Esta empresa, como muchas otras, empezó como un taller de reparaciones y siguió con maquinaria para el agro como equipos de riego y acoplados.
Entre las plantas fabriles locales está la primera refinería de azúcar. La empresa Refinería Argentina de Azúcar S.A., fundada por Ernesto Tornquist, llegó a emplear a 1.500 trabajadores y a crear un barrio obrero que hoy sigue llevando su nombre: Refinería. Por diferentes motivos, fundamentalmente ligados a la baja productividad, la refinería no llegó a gozar del viento industrial de mitad de siglo y a principios de los años 30 apagó sus chimeneas.
La industria frigorífica también forma parte de la historia local. Su primer exponente, Swift, reconfiguró la zona del Saladillo. Este barrio, históricamente cooptado por la élite local, cambió totalmente su fisonomía cuando la empresa estadounidense levantó su planta en el límite con Villa Gobernador Gálvez. Las mansiones se vieron rodeadas de casas de trabajadores. Las cascadas pasaron a ser el espacio de ocio de estos obreros, que llegaron a ser diez mil en sus mejores años.

Ya nunca me verás como me vieras
La idea de que Argentina tenía que encaminarse hacia un nuevo rumbo para evitar el estancamiento comenzó a tomar vigor. Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial esta idea se terminó de confirmar. Mercado interno y expansión industrial fueron las claves de la nueva etapa.
Las economías europeas orientaban sus esfuerzos a la guerra. En línea con ese objetivo, la producción de acero fue destinada a los proyectos armamentísticos y este insumo clave comenzó a escasear. En parte como respuesta al conflicto, en 1942 se fundó Acindar en los terrenos próximos al Ferrocarril Belgrano, en Uganda. La planta se fue ampliando y tuvo un impulso adicional con la llegada del peronismo a partir del Plan Siderúrgico Nacional. En 1949, en un terreno cedido por la Fundación Eva Perón, se crea el barrio Acindar. Se llegaron a inaugurar 259 casas para los obreros. Del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, eran solo unas cuadras.

El gobierno de Perón produjo el movimiento social ascendente más grande de la historia argentina. El censo industrial de la época llegó a contar un millón de obreros. Y cuando los trabajadores salieron de compras, como dice Milanesio en su libro, pasaron algunas cosas. El subsuelo invisible de la patria comenzó a llenar las tiendas. Estos nuevos consumidores de overol dieron un fuerte empuje a la demanda de indumentaria, calzado, bienes durables como máquinas de coser, lavarropas, cocinas a gas y heladeras.
De hecho, la década del 50 fue la época en la que las heladeras comenzaron a ser eléctricas (¡antes funcionaban a hielo!). Ahí comenzó el auge de la industria de la refrigeración como tal. El crecimiento fue tan vertiginoso que SIAM no podía abastecer toda la demanda. Se generaron largas listas de espera para recibir las nuevas heladeras, que ya se habían transformado en el símbolo de un hogar próspero.
Así nacieron algunas pymes locales, como Briket S.A. o como Bambi, que vieron ahí una oportunidad de mercado. Si agarrás Ovidio Lagos para el Sur, las vas a ver. No solo son parte de la historia industrial de Uganda, sino también del presente. Esta hija no deseada, esta ciudad sin origen fundada por un puerto, se fabricó una historia a partir de su industria y sus barrios de obreros.
¿Y sí ahí están las claves para hacer a Uganda grande otra vez?
Gracias por leer. Hasta la próxima.