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¿Qué carajo es Uganda?

Buena siesta, ¿Cómo estás? Este es nuestro primer encuentro y acá estamos, felices de inaugurar el newsletter de los lunes al que bautizamos con prisa pero con pausa. De nuestro lado, esperamos que sean tantos que pronto quede en la memoria, pero como la primera impresión nunca se olvida, queremos invitarte a viajar por nuestra Uganda.

Fotografía de Uganda

Por Uganda 28 de marzo

Buena siesta, ¿Cómo estás? Este es nuestro primer encuentro y acá estamos, felices de inaugurar el newsletter de los lunes al que bautizamos con prisa pero con pausa. De nuestro lado, esperamos que sean tantos que pronto quede en la memoria, pero como la primera impresión nunca se olvida, queremos invitarte a viajar por nuestra Uganda.

Acordate de la primera vez que te descubriste parte de Rosario. Seas nativo o extranjera, poco importa. Hay un momento, único, irrepetible, en el que las coordenadas de la ciudad se dibujan en el GPS del pensamiento y no pueden resetearse. Al menos no del todo.

Si hoy llegara un marciano y preguntara por Rosario, uno, una, une, guía turístico existencial, podría agarrar un papel y dibujar dos ejes. En el extremo superior, colocaría el Puerto; en el inferior, el Interior. Hacia el costado izquierdo, escribiría el nombre de Barcelona; en el derecho, Medellín. 

Con esas contraseñas, se abrirían los pliegues de sentido de este lugar que el poeta Eduardo D’anna llamó Capital de Nada. Una ciudad sin origen ni fundador, basada en disputas míticas sobre su historia desde su creación misma: cada cual con su Rosario para ofrecer al mejor postor. El centro de un universo que no responde de sí. Un sitio perdido, que necesita reivindicarse cuna. De algo. Lo que sea. El fútbol. El rock. El peronismo. La progresía. A pesar de que sus exponentes tengan que irse para ser.

En el eje vertical que vertebra la realidad rosarina, nos encontramos con el sueño portuario de la burguesía comercial abierta al mundo, enraizado en un fondo irreductiblemente provinciano. Una frustración inspirada en promesas de exportación que no pueden superar su doble dependencia. A las luces de Ciudad de Buenos Aires, médula del país unitario que mira hacia El Mundo, por un lado. Y por otro, al núcleo telúrico que aporta volúmenes cuantiosos de granos que vender y migrantes a los que dar cobijo. 

Para las provincias, Rosario es un enclave colonial porteño. Para los ambarenses, una prima pobre a la que se mira con desdén. En esa negación de su mismidad, en ese cerrarse todas las puertas, puede hallarse una de las claves. Rosario es wannabe. Quiere pertenecer en vez de ser. Por eso, como un Mago de Oz tras las cortinas, su Concejo Municipal practica el distincionismo: cada visitante, por breve que sea su trayectoria, será condecorado, y su arribo a la Ciudad Aislada en medio del páramo provinciano será agradecido. En paralelo, cada uno de los hijos de la ciudad, aunque recién arranque en lo suyo, será coronado de laureles por believers empalmados de novedad, al tiempo que rencorosos vecinos contemplarán la escena chasqueando la lengua: “¿ese? si iba al club con mi primo, lo conozco, es un boludo”.

También hay un eje horizontal, en el que la caracterización se da por repetición. La Chicago argentina, alimentada por dinastías criminales de principios de siglo XX, mutó en una ensoñación multicultural. La parsimonia de la Barcelona progresista, con cientos de razas conviviendo en un clima de creación expansiva. Corrientes de pensamiento crítico nutriendo la institucionalidad de un Municipio que se creyó moderno y capaz de recoger las dinámicas más profundas del vitalismo ciudadano. Pero no logró mucho más que algunas buenas intenciones. Y bastantes de las otras. Es por eso que la Rosario de progresismo siemprejoven y desacomplejado, se desdobló en otra de criminalidad, violencia y narcomenudeo. Dr Jekyl socialdemócrata, Mr Hyde tiratiros. Claro que, en ambos casos, por el eje vertical irresuelto que condiciona la ciudad, todo queda, una vez más, en nada. La Sagrada Familia de Gaudí rosarina son las construcciones de mal gusto de Puerto Norte. Los cárteles en teoría omnipotentes tienen que ir a mamar del poder político y financiero tradicional para poder seguir existiendo. Todo es demasiado precario, rudimentario, de cabotaje.

Ni las teorías del urbanismo importado de las ciencias sociales europeas ni la desmesura asesina de las economías criminales ahorran la fascinación por lo impropio. Ya no hay centro, ya no hay periferia. Todo oscila en torno a la validación, que llega de afuera: ser es mostrarse. Hasta los bandidos juveniles que quieren dar el salto tuvieron que recurrir a un trapero del Conurbano para posar con su armamento, tan locales como condenados a la subordinación. El manto consagratorio de la mirada ajena, una constante en la historia rosarina. Esa ciudad que no encuentra un destino, un estilo, ni una mísera nomenclatura. Es y no es.  

Entonces, uno debería decirle al hipotético marciano del comienzo: esta ciudad es todas. La ciudad de la creatividad infinita y la frivolidad supina. La de la impulsividad emprendedora y la de la violencia sin fin. Entre esas coordenadas se distribuyen los afanes de la izquierda que se cree Podemos y las picardías de las instituciones que controlan la economía nacional desde el silencioso poder ancestral; los espíritus autonomistas a la catalana y las almas piadosas de tradición patria; con la verba inflamada del socialismo que llegó a gobernar y la melancolía disgregante de un peronismo que solo apela a un pasado que nadie recuerda; con radicales programáticos encumbrados en su atril universitario y con la influencia de una Iglesia Laica en una ciudad con nombre religioso, pero espíritu racional. 

¿Cuál de todas las Rosario es la verdadera? Capaz un poco de cada una. Y lo cierto sea aquello que señaló el Ministro que llegó como enviado de la Metrópoli, pero, como los protagonistas de Casa Tomada, tuvo que agachar la cabeza y huir. Esa experiencia, al menos, nos dejó una definición tan feliz como ingrata. Acaso la realidad sea así. Porque esto es Uganda, hermano.

Bienaventurada tu lectura, con este mapa en mano, nos vemos el lunes que viene, con prisa pero con pausa, o mejor dicho, en la sección del caranchito.

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Fotografía de Uganda
Escrito por Uganda

1 Comentario
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Uganda
8 meses antes

[…] el cuadrante de esta ciudad, tuviera en cuenta a estas culturas que la componen (rollingas y stones) seguramente los ubicaría […]

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