Ir al inicio

Caras en la seca

Un fantasma deambula por Uganda: el fantasma de las elecciones. El sábado se cerraron las listas que competirán en las PASO del 16 de julio.

Fotografía de Uganda

Por Uganda 15 de mayo

Es un lunes como cualquier otro en la Uganda cotidiana. Pero para muchos ugandeses del Círculo Naranja, esos que hacen del chisme un oficio, este puede significar su Último Primer Día. Y así lo experimentan en reuniones de diagnósticos y planificaciones.

Durante el último mes vimos una etnografía de la representación democrática. Los registros anímicos más evidentes fueron, en principio, tres. Estaban los metidos, presos de su ansiedad y empachados de versiones. Los periféricos, politizados que en los días de pura política práctica se vuelcan al cansancio, e incluso al hastío. Y los indiferentes, para los que el tema ni siquiera es apostilla interesante en la batalla del entretenimiento que se libra en redes y medios.

Lo cierto es que el pasado viernes por la madrugada, entre hoteles y reuniones, se definieron las candidaturas provinciales, municipales y comunales del año electoral. El próximo 16 de julio se definirá la primera mano. Hoy, primer día hábil de la campaña, podemos decir que las cartas están repartidas. Veámoslas. Esto es la democracia, donde lo micro se hace macro.

Perotti le pidió a Javkin que ponga lo mejor y que esté a la altura

Nos cagaron, entramos todos

En las vísperas del cierre de listas, la política libó su jugo decisionista. Aunque la estética sea importante, no hay mucho lugar para una filosofía de la forma en las negociaciones. Se trata de lo que es: lidiar con los frentes exógenos y, sobre todo, los internos. Y llegar a acuerdos. 

La idea política apolínea y la determinación moral se llenan de exigencias. Son, en estos casos, meras formalidades. Que cuando se ven interpeladas por la realidad, corren el riesgo de transformarse. El espectador puede pasar de simple expectativa a indignación moral. Nada bueno sale de ahí. 

Pero una cosa es lo dionisíaco y otra muy distinta el desorden. Al cierre se suele llegar sobre la hora. Lo que es un uso y costumbre en las lides del poder, visto de afuera es un motivo más para el encono que se vierte sobre la vapuleada imagen del más antiguo de los oficios del mundo. Cuando se llega a las apuradas, casi pareciera que improvisadamente, lo que se devalúa es el valor del voto. Es decir, la forma institucional que encontramos para cuidarnos entre nosotros. Porque las alianzas que se arman después tienen que administrarse. Y ya vimos lo que pasa cuando se jazzea demasiado. 

Hay otros mejores que podrán medir la calidad de los cierres. Y evaluar así los costos de la gestión del Estado. Las proyecciones de oficialismos y oposiciones, las revelaciones, los tapados, los que quedaron afuera y los que entraron por la ventana. Recomendamos la de Mariano D’Arrigo en La Capital de ayer. Podés saltarte el peaje de la suscripción pasando el celular o la computadora a modo avión antes de que la nota termine de cargarse.

La cosa es que los acuerdos fueron, vinieron y volvieron a ir: con un surco vertical que corta la escena de la Provincia, y los afluentes nacionales que se cruzan, se funden o dividen. Los tiempos provinciales corren distintos, pero son los mismos que los nacionales.

Todo en el marco de la peor sequía de la historia. Que en Uganda, pago de espejos, es una sequía doble: económica y álmica. El mismo día del cierre de listas, en medio de la euforia de nuestra pequeña Casta, el cónsul francés se defendió de un robo jugando a los autitos chocadores en la puerta de la Aduana y una nena fue baleada en un atentado contra una estación de servicio. Ese es el ánimo que rondará esta campaña: el del que va a la verdulería y no sabe si en el intento perderá el sueldo o la vida.

Boleta Única de Papel: el proyecto que mejorará el sistema político  electoral argentino beneficiando a los ciudadanos - Infobae

Engrudo

Nadie puede sorprenderse de nada. El cierre de las listas pone a la política ugandesa de frente a su condición. Los nombres en las listas son intercambiables. El mayor problema es el álbum enreverado de categorías, coaliciones y nombres, que ni siquiera los protagonistas aciertan a entender.

Nuestro sistema electoral está hecho con retazos de leyes, enmiendas de enmiendas. Es un guiso cuyos ingredientes, que inicial e individualmente pueden haber sido nobles, al sumarse sin ton ni son producen un engrudo indigesto.

Un ejemplo. En Santa Fe existe la renovación completa de las Cámaras provinciales, que le da automáticamente mayoría al ganador de Diputados por cuatro años. Se lo hizo sacrificando pluralidad en pos de gobernabilidad: como la boleta de gobernador iba pegada a la de diputado y senador, el Ejecutivo contaría siempre con los legisladores necesarios para poder ejecutar. La idea puede gustar más o menos, pero guardaba una lógica. El problema es que al cambiar el sistema, la Boleta Única desdobló categorías e hizo posible que el gobernador tenga minoría en ambas Cámaras. Así que ahora no hay pluralidad ni gobernabilidad.

Otro ejemplo. A la falta de la figura de viceintendente, que complica la formación de alianzas municipales, se le adosa la Ley Borgonovo, que reduce la representación política en los dos principales distritos. Además, las PASO, que hacen que cada partido discuta a cielo abierto sus referencias y su programa, se le suma la Boleta Única, cuándo no, para complicar las cosas: un candidato que no es del palo puede, con los avales suficientes, imponerse sobre cuadros históricos, desdibujando entonces la importancia de la vida y el activismo partidario.

Aún hay más. Pero creemos que estos tres bastan para ilustrar un punto: las elecciones son algo verdaderamente complicado. Y no sólo en un sentido político, ni filosófico: nos referimos al sentido práctico. Emitir el voto es engorroso y muy difícil: requiere incluso saber origami.

Y cuando uno participa de un juego difícil, a la hora de elegir, va primero por lo conocido. Si hay en la Argentina una sombra terrible, es la posibilidad de que irrumpa lo desconocido. Por eso el frenesí onomástico por los famosos, que ya llegó al punto del mensajito de Whatsapp, como un borracho que gatilla el celular buscando un culo para dormir abrazado. Preocupa, pero queda bien para el porte democrático e ilustrado sobreactuar el enojo.

Porque no es tan terrible lo de la famositosis. Durante los cierres de listas, la política se despoja de todo y queda su realidad de estructuras. Por más que se busquen personalismos como llamadores en las boletas, no es la voluntad individual del personaje lo que prima: es quién lo pone. Eso (y esos) que están detrás son los héroes de las jornadas: armadores, allegados, abogados del diablo, rosqueros, enlaces. En Uganda, como en cualquier mesa familiar, tenemos diferencias. Pero, en el fondo, nos gusta la política. Ésta. La que existe. 

Por eso, más allá de los lamentos rutinarios y las penas de la razón, el encanto de buscar la pasta de campeón forma parte de los recursos básicos de la democracia. De la que tenemos. No de la que nos gustaría que sea, o la que alguna vez fue. Por lo que si se frota la lámpara, no es dable quejarse después ante la aparición del genio. 

Algo así podríamos decir que está sucediendo con la política y la corrida de candidatos. Por momentos más vertiginosa que la del dólar en las peores jornadas de abril. Todos querían quedarse con la figurita, con ese jugador que los lleve a la gloria, al menos en esta ensalada de luchas que es la interna. 

Ocurre que donde hay un cuerpo no caben dos. Y esa ley de la Física también será, después de julio, de la Política: la mitad de las caras de las boletas serán apenas un pie de página en Wikipedia. Necesariamente algunos se impondrán sobre otros.

Mientras tanto, la campaña echó las cartas: habrá que ver.

Famosos que hacen política y podrían ser candidatos ¿quiénes son?

Los mayordomos de la Casa Gris

La Provincia Invisible es un gigante microcefálico. Uganda, una cabeza sin cuerpo. Ese desencuentro explica mucho. Pero no todo. Porque tampoco es que en ese Círculo Naranja haya un proyecto. 

La pregunta es sencilla: ¿qué hacemos con lo que tenemos? ¿Cómo se para la sangría? ¿Con qué medios combatir la sequía? Nadie lo sabe. El que crea saberlo (se) miente. Y el que mejor (se) engañe podrá llegar a arrastrar una multitud chiquita. 

La espiral inflacionaria en la que entró Argentina se comió la autoridad. El máximo posible es actuar como buen ministro, sin afán de liderazgo ni conducción. La política santafesina deambula como un fantasma por las calles de Uganda. Ese misterio inundó las reuniones previas a las 12 de la noche del viernes. Es también el que fundamenta las ilusiones. 

Que cada vez son menos, cada vez más caras.

política
Fotografía de Uganda
Escrito por Uganda

0 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios

Notas relacionadas

Imagen ilustrativa

¡Suscribite a Uganda!