Canción animal
“Lloramos nuestras penas en silencio”, canta Fito Páez en La canción de las bestias. En Uganda hay un montón de bestias dispuestas a aliviar estas penas. Es que si hay redes que apresan hay otras que tejen: una trama hecha para sostener un enjambre social violentado y lastimado.

Por Sofía Fernández 18 de abril
Buen día ciudadanos y ciudadanas de Uganda. Espero que este lunes en la selva las encuentre bien. La jungla tiene algo que seduce y hoy voy a hablar de uno de esos aspectos.
Este mail nació a partir de una imagen que me entregó un voluntario de Mundo Aparte, la reserva ecológica ubicada al lado del Ludueña, en Sorrento al 1500:
Cuando el Zoológico Municipal cerró en 1997, los animales fueron enviados a Avenida Godoy y Las Palmeras, a las afueras de la ciudad, donde había un basural. Lo escuché e instantáneamente la fantasía se disparó: leones y monos peleando por restos de comida con los marginales de la periferia de esta urbe. Animales y humanos, humanos y animales. No hay diferencia en una ciudad desorganizada, pensé. Excepto cuando la selva se organiza.
“Lloramos nuestras penas en silencio”, canta Fito Páez en La canción de las bestias. En Uganda hay un montón de bestias dispuestas a aliviar estas penas. Es que si hay redes que apresan hay otras que tejen: una trama hecha para sostener un enjambre social violentado y lastimado. Esos hilos se despliegan con gente como María Esther “Beba” Linaro, la exdirectora del zoológico y fundadora de “Mundo Aparte”.

Beba comparte sus días con animales rescatados de la mano violenta del hombre. Hay algo que me atrae de su historia: aún sin estar de acuerdo con el funcionamiento de los zoológicos decidió pelearla desde adentro. Si no puedes contra ellos, únete. Agrego, únete para modificar con pequeñas acciones eso que te adolece ¿Para qué mirar desde afuera?
Así fue cambiando las lógicas cotidianas del zoológico: horarios de visitas más cortos, hábitats más acordes a cada animal, y la jaula del oso Fidel, que se había llenado de elementos de tortura con los que lo lastimaron durante tantos años, pasó a llamarse “La cabina del Nunca Más”.
Beba recuerda que en los momentos previos a tomar la decisión, un tigre que ocupaba el lugar de intendente de la ciudad de Rosario, le dijo: “Tené cuidado. Las fieras no están adentro, sino acá afuera”.
Siete años estuvo en la dirección del zoológico. Cuatro años más pasaron hasta la apertura de Mundo Aparte. En el medio, vio la muerte de cientos de animales que fueron echados a suerte en un hábitat que no les correspondía. Dos años tardó la municipalidad en instalar el Jardín de los Niños en el ex zoológico. En ese interín se podrían haber hecho muchas cosas, sostiene Beba. No obstante fue más importante destinar energía y billetes verdes a otra cosa, y no a evitar la muerte y el trauma de aquellas especies huérfanas.
A Beba aún se le corta la voz al mencionar a los animales herbívoros que murieron en la boca de animales carnívoros sin que nadie hiciera nada. Cuando las regulaciones desaparecen es la ley del más fuerte la que prevalece y hace estragos.
Los voluntarios nombran a las dos hectáreas que ocupa la reserva como a un espacio de resistencia, un pulmón verde dentro de un bloque de cemento. Resistiendo en un entorno natural, con animales y especies arbóreas que no encuentran lugar por fuera de acá. Sin trastienda, donde cualquiera que pase ve lo que están haciendo y lo que acontece. “No como en un zoológico que te dice mucho más lo que pasa detrás que lo que se ve en dentro de las jaulas”.

El animal que vivió en situación de cautiverio está alienado, pierde su capacidad de pensarse como parte de una jauría. Es un individuo, un ser aparte, disociado del conjunto. No quiero forzar la comparación, pero Beba me dice que no hay salvación posible si no es colectiva, organizando y pensando desde el corazón, callando un poco el ruido de la ciudad que es una selva que tiene mucho que aprender de lo silvestre y lo natural.
No es una tarea fácil dormir a un animal, se debe aprender a hablar en otro idioma. El de las fieras: eso es lo que Beba sugiere que escuchemos.
¿Cuáles son esas redes de las que hablamos? Las ollas populares en los barrios, las colectas de ropa para el invierno de personas solidarias con la pilcha de la temporada pasada, un teléfono verde encendido 24/7 en el que siempre atiende alguien con un pin violeta, los excombatientes que reparten chocolate caliente en noches heladas para la gente en situación de calle, las seños que se reparten entre la escuela y un más allá de horas para ayudar a un pibito al que no le salen las divisiones, un grupo de mujeres dispuestas a buscarte un taxi para dar seguridad o miles de kayacs remando para defender el río.
Mientras tanto “Las bestias nos juntamos en la calle a beber los restos de lo que fue una gran ciudad” ¿De qué fiera es la canción que escuchamos?
Que tengan buena semana. Nos vemos el lunes que viene.

Sofía Fernández (1992) es periodista. Redacta para Noticias D. Coordina y produce la Revista Posta de Ideas. Trabaja como CM para el centro cultural Estación Cultural, entre otros.
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